miércoles, 14 de mayo de 2008

EFECTOS PSICOLÓGICOS DE LA GUERRA
EN LA POBLACIÓN DESPLAZADA Y DESMOVILIZADA
por José Javier Morán
“Yo estoy vivo porque no soy nadie”
Joven desplazado colombiano

Colombia es el país de Latinoamérica con los mayores problemas de violencia política y de narcotráfico. Actualmente, hay mas de 2’000.000 de campesinos que se han visto forzados a irse de sus pueblos y veredas de origen para escapar de la violencia. También hay más de 20.000 desmovilizados menores de 18 años que han dedicado la mayor parte de su vida al combate en las selvas colombianas. Por la guerra, todas estas personas han sido afectadas económica y psicológicamente tanto en su propia integridad como en la de su familia. A una gran parte de estas personas se las ayuda a reponerse en todos estos aspectos -excepto el psicológico- pues poco es lo que se sabe al respecto. La guerra pues, afecta psicológicamente a estas personas alterando su identidad y afectando su estabilidad mental.


Los momentos de extrema violencia dejan traumas psicológicos tanto en los excombatientes como en la población campesina desplazada. Martha Nubia Bello, autora de varios libros sobre los efectos del conflicto armado en menores de edad, en su libro “Desplazamiento forzado y reconstrucción de identidades”, dice que “antes de haber llegado a las ciudades, los desplazados han sido testigos de un gran numero de sucesos violentos”. Así mismo, explica que todas estas experiencias causan en la población desplazada “…sentimientos de frustración y miedo que destruyen su estabilidad mental y emocional”. Por otra parte, Sandra Ruiz Ceballos, directora de la “Fundación Dos Mundos”, dice en su libro “Impactos psicosociales de la participación de niños y jóvenes en el conflicto armado” que la guerra en el campo termina por volverse una parte significativa de la vida para los jóvenes y niños pues esta se hace presente en los lugares donde juegan con sus amigos, en sus casas, frente a sus colegios y en las plazas y lugares públicos de sus comunidades. Ante estas escenas violentas, los jóvenes y sus familias reaccionan inicialmente con pánico y temor y se trastorna su capacidad de expresarse y de reaccionar a las circunstancias.


Estas experiencias violentas también afectan la capacidad de los desplazados y reinsertados para adaptarse a la vida en sociedad al llegar a las ciudades. Bello describe el comportamiento paranoico y a veces errático de los desplazados al llegar a las ciudades. Ella relata que “las familias empiezan a encerrarse en sus viviendas marginales, y empiezan a proteger y resguardar excesivamente a sus hijos, aislándolos del mundo por miedo a perderlos”. Adicionalmente, en estas familias, los padres, a menudo, no encuentran como adaptarse a la nueva sociedad que los rodea, sintiéndose inútiles y perdidos en un mundo al que no pertenecen. De igual forma, los reinsertados, al llegar a las ciudades, frecuentemente llegan a los centros de ayuda a aislarse e incluso a continuar enemistades con antiguos excombatientes de grupos rivales. Esto, según Ceballos, se ve mas que todo en los desmovilizados menores de 18 años puesto que, al haberse movilizado desde temprana, la guerra se convirtió en su mundo y vida. Por esto, es lógico que al enfrentarlos a situaciones totalmente desconocidas reaccionen aislándose como forma de protección.


La identidad de estas personas también se ve afectada por la guerra, ya sea alterándola para combatir o golpeándola al obligar a estos individuos a abandonar los estilos de vida con los que se identifican a si mismos. En el caso de los desplazados, el trastorno a la identidad se da porque al irse de sus lugares de origen han perdido el trabajo, las tierras y el respeto que construirán su imagen de sí mismos y ante la sociedad. Su identidad. Al llegar a las ciudades, los desplazados casi siempre encuentran gente totalmente desconocida que no tiene ningún respeto por ellos. Por otro lado, el trabajo con el que siempre se habían sostenido y del que se enorgullecían es, en la mayoría de los casos, inútil en la sociedad. Según Bello, esta situación en las ciudades contrasta enormemente con la que experimentaban en el campo, donde se sentía reconocido por sus vecinos, por lo que no solo la identidad se ve afectada aquí, sino que también hay un sentimiento de frustración y baja autoestima. Si bien es cierto que los reinsertados también se ven afectados en su identidad, esta ya había sido alterada desde el momento en que se movilizaron en los grupos subversivos. Ceballos nos dice que cuando un joven se moviliza, pierde el contacto con su familia, sus raíces y los valores que se le enseñaron en casa. Esto se ve claramente en el documental “Guerrillera girl” [1], cuando la protagonista empieza a llorar por la ausencia de sus padres y su compañera le dice “vea, su papá y su mamá siempre estarán con usted, pero ahora nosotros somos su familia, sus camaradas, todo lo demás es parte del pasado”. Cuando un guerrillero se desmoviliza, vuelve a sufrir una dramática transformación. La causa de esto es que desde que un individuo se moviliza, su vida entera está destinada a la guerra, y esta termina por definir incluso su manera de relacionarse afectivamente con la gente. Al desmovilizarse, el individuo se ve obligado a dejar todo este estilo de vida atrás, y como dicho estilo de vida abarcaba hasta el más mínimo aspecto de su existencia, este proceso implica prácticamente volverlo a aprender todo.

No obstante, la guerra no es la única responsable de estos trastornos e impactos psicológicos en estas personas. La conducta hostil y la indiferencia de la sociedad también juegan una parte importante en esto. Las reacciones que las comunidades tienen ante la llegada de reinsertados y desplazados a las ciudades suelen no ser solamente de rechazo sino también de intolerancia. Esto causa una obstaculización en la reintegración de estas personas. Un ejemplo claro de esto es el testimonio que nos deja una comunidad de desplazados que se ubicaba en una vereda a las afueras del municipio de Medellín del Ariari. En esta población, sus habitantes fueron obligados por los paramilitares y el ejército a abandonar su vereda. Al llegar a la ciudad, una de sus integrantes cuenta que “uno en la ciudad no es nadie, nadie le da trabajo, nadie lo mira a veces”. Esto causa una gran depresión en los desplazados y los reinsertados, puesto que además de tener que lidiar con los problemas económicos y emocionales que les dejó la guerra, deben soportar hostilidades y emociones que los lleva a un estado autodestructivo.


La guerra causa problemas psicológicos aún después de que sus víctimas se hayan librado de ella. Estos problemas suelen quedar profundamente arraigados a la mente y el estado emocional de los desplazados y reinsertados, pasando a afectar prácticamente cada aspecto de la vida de estos. A pesar de esto, hay que tener en cuenta que para causar estos males en la población colombiana, la guerra cuenta con la ayuda de la indiferencia de nuestra sociedad. Por lo tanto, todos somos responsables del malestar de estas personas, de una u otra manera. Usted también ha contribuido en ese sufrimiento.

[1] “Guerrillera Girl”, documental del director Frank Piacecki. Año 2003, Colombia.